Y que volví a nacer.

Hoy hace 5 años que morí.
Y que volví a nacer 🌸.
A menudo, la gente maravillosa que estoy conociendo, clientes, mentornes, colaboradores… me preguntan qué me llevo a emprender. Habitualmente respondo que fue la maternidad, que hasta que no tuve a mi bebé de 4 meses en brazos no fui consciente de las dificultades que presentaba la conciliación.
Pero la maternidad que me llevó al mundo del emprendimiento, (de esto solo he sido consciente mucho tiempo después) fue otra: Embarazada de 3 meses, y como les ocurre a muchas otras mujeres, (a pesar de ser un tema tabú todavía hoy), sufrí un aborto. Había aprovechado las Navidades para comunicar a la familia el embarazo, incluyendo a mi abuelo que tenía 90 años entonces y que nunca entendió muy bien lo que había pasado. Así que en el primer instante no sé si me sentía un poco triste, o quizás abrumada por tener que comunicar la noticia y entristecer a mis seres queridos, familia, amigos y compañeros que se habían alegrado mucho.
Pero una “serie de catastróficas desdichas” evitó que me pusiera demasiado triste… Sin entrar en muchos detalles lo resumo contando que se complicó, me desangré y ambulancia, 3 síncopes y quirófano después, hasta que bien entrada la mañana, estaba estable.
Y entonces ya el ansia viva por volver a trabajar, claro, porque “¿quién lo va resolver si no estoy yo?” Tuve que esperar dos meses, ¡dos meses!, de baja para volver a la oficina.
Hablamos a menudo de valorar las pequeñas cosas. Tenía 34 años y apenas podía dar un paseo corto. ¿Alguna vez has echado de menos que en las calles haya bancos para sentarse cada 20 ó 50 metros?
De repente, necesitaba hacer todas las cosas que nunca “tenía tiempo” de hacer, ¿y si hoy era el último día?¿Cuál sería mi “legado”? Empecé a hacer ejercicio para fortalecerme (el deporte y yo…agua y aceite…), devorar clásicos de la literatura, pintar, pintar, dibujar, dibujar, dibujar…y pasear. Pararme a escuchar el río. Hay un banco frente a una pequeña cascadita, aquí en Alcalá. Perfecto. Pasear con el sol de febrero, durante la mañana, lo que me permitiera el hierro en sangre… Cuando entras a la oficina siendo todavía de noche, y sales siendo ya de noche, no sientes el sol cálido y la brisa fresquita de febrero en la cara.
Ésa es la libertad.
Emprender me dio la oportunidad de gestionar mi propio tiempo, desarrollando proyectos en los que sí soy imprescindible, porque nacen de mi mente y de mi mano, en los que el arte es protagonista pero también lo son la lógica, la síntesis y la comunicación, proyectos en los que aporto valor humano a la sociedad.
Confieso que, de nuevo, no salgo a pasear por la mañana…Lo sumo a la lista de propósitos…
Esta es mi historia, pero también es la historia de por qué emprenden las mujeres.
Si quieres saber cómo me reinventé puedes verlo aquí y si quieres ver algunos ejemplos de cómo contribuyo al mundo, también puedes verlo aquí.